martes, 19 de agosto de 2008

EL AGUA QUE TOMAMOS… ¿LIMPIA Y PURA?

Cigara, Natalia
Fleitas, Florencia
Tancredi, Cintia
Vallejos, Lena
Ramírez, Yamila

Las instalaciones para el tratamiento del agua bebible para la ciudad de Buenos Aires utiliza la misma tecnología que la época de Sarmiento, cuando se inauguraron. La diferencia es que a fines del siglo XlX y principios del siglo XX solo teníamos que decantar los barros para asegurar la transparencia y añadir cloro para matar bacterias. El problema se origina en que antes no teníamos la impresionante cantidad de Residuos Industriales Peligrosos que hoy se vuelcan en toda la cuenca, incluyendo los arroyos que son jurisdicción de la ciudad de Buenos Aires y de la provincia.

El proceso de potabilizacion utilizado por la empresa Aguas Argentinas no permite la eliminación de los fenoles como así tampoco la de ninguna sustancia que aparezca con niveles huya de calidad de agua para fuentes de bebida humana con tratamiento convencional, según la reglamentación de la ley 24.051 de residuos peligrosos.
La “guía de respuestas a emergencias con materiales peligrosos", editada por Gendarmería Nacional Argentina y el Centro de Información Química para Emergencias de Buenos Aires, publicada en el año 2001, dice sobre los fenoles: "tóxico, la inhalación, ingestión o contacto del material con la piel puede causar lesiones severas o la muerte".
En cuanto al mecanismo fisiológico por el que daña la salud: pueden causar la muerte por cianosis, ya que transforman la hemoglobina de la sangre en meta hemoglobina. De este modo, este componente esencial de la sangre pierde su capacidad de transportar el oxigeno a los tejidos.
Intoxicaciones crónicas: La absorción de fenol en pequeñas dosis de forma repetida puede provocar trastornos digestivos, irritación de las vías respiratorias y trastornos nerviosos (vértigos). Estos síntomas son conocidos bajo el nombre de “marasma fenico“.
Otra característica que hay que tener en cuenta es que en presencia de cloro (como por ejemplo el agregado durante el proceso de potabilizacion) los fenoles pueden convertirse en cloro fenoles, los cuales poseen niveles de toxicidad aun mayores que los registrados para los fenoles.
El problema no se agota en los fenoles ni en sus derivados.
Se trata simplemente de un ejemplo de la clase de sustancias toxicas que pueden encontrarse en el agua de la canilla, sin que se ejerza el control correspondiente, y ni siquiera se informa a la población de su existencia.
Después de leer este articulo, ¿podemos seguir diciendo que el agua que tomamos es “potable”?.

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